La realidad ha sido consensuada como racimo de objetos. Desde la "Crítica de la Razón Pura" de Kant, el opuesto, la cosa, lo concreto, lo fijo, lo sólido o el nodo, ha sido quebrado. La ciencia renuncia a lo visceral, a lo cóncavo, a lo semántico, a lo umbrío, a lo íntegro, y hace su opción por lo fenomenológico.
Jean Piaget acentúa el problema de la partición cósmica en fenómeno y "cosa en sí", al narrar al objeto como construcción psíquica evolutiva. El objeto existe en tanto que es erigido o hecho por el sujeto como región o zona no transparente, como coto o coordenada estable.
Paul Watzlawick amplifica la epistemología genética llevándola hasta sus límites gnoseológicos: el constructivismo radical. No hay cosas, no hay "ahí"; la realidad es imaginaria, por tanto: discrecional.
Paul Watzlawick |
Jean Piaget |
A esta tendencia óntica responde un concepto de Walter Benjamin ("La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica"). Allí se postula al objeto artístico como unívoco e irrepetible. El clon, la fotografía, la imagen de un objeto, ya no lo son. La imagen de una obra estética deja de ser irrepetible, pierde el aura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario