viernes, 3 de junio de 2011

El Otro y el Diálogo como Fundamentos de una Ética Alternativa al NOM


Para oponerse al NOM no alcanza con desplegar un diagnóstico o resistir, ni aún con revelar y denunciar las aberraciones, las injurias, y la maledicencia de sus ideólogos e impulsores, se necesita la elaboración de un rumbo nuevo, de una plataforma epistemológica, y de directrices disidentes y posibles al unísono. Si el orden normativo vigente responde a un proyecto esclavista, y además, dicho orden se apoya en un código ético específico, habremos de construir un paradigma moral optativo para seguir en posesión de la autoridad crítica.
La ética masónica se presenta como una forma hodierna y activa de humanismo. No es cierto, lo sabemos. La trama del poder financiero y religioso, sustentada y creada por la maraña de las sociedades secretas durante siglos, opera mediante la incitación al consumo, a la subordinación, al embrutecimiento, a la violencia y a la resignación ante la oligarquía dirigencial. Es una ética de género, monista, totalitaria. Una ética de los roles laborales apuntalada por una noción opresiva y hegemónica de normalidad. Existe una gramática sistémica que normaliza las disonancias valiéndose de un sistema represivo polivalente: la cárcel jurídica, las doctrinas edípicas, la división internacional del trabajo, la nivelación de amor y sexualidad, la sociedad del espectáculo, el predominio de la ligereza intelectual, la banalización del mal, y el odio. Quizás podamos conjeturar que la distorsión visceral que ejecuta una ética mercantil e indolora acaba reduciéndose a un sólo eje: la difusión de la verdad como conquista racional subjetiva y solitaria ( Descartes). Una revolución genuina ha de cambiar de polaridad dicho eje: estamos forzados a edificar y debatir los parámetros para el alzamiento de una ciencia basada en lo intersubjetivo, una ética de la conversación con el Otro acerca del Misterio del Mundo.

La Verdad es el Diálogo 
El Otro es Nocturno y Fascinante, de ahí el Respeto

Son muchas las voces que proclaman el mensaje esencial que estamos replicando. El pensamiento dialógico de Martin Buber, donde el "yo" y el "tú" asoman como nudos o epicentros, no en tensión dialéctica ni en lucha fratricida como sucede en la lógica illuminati de Hegel y en la del mercado, sino que se contactan mistéricamente a través de la lengua, platican. La conversación no es una instancia transitoria o un método de acceso a la verdad, ES la verdad, es el fin. El esquema histérico del capitalismo aspira a la síntesis, a la convergencia; obliga a la cesión proporcional para el arribo a los puntos de intersección. Vale decir: no soporta la diferencia. Lo que enuncia la corriente dialógica es a la conversación como destino, como hábito continuo, sereno y óptimo. De ahí la relevancia del tiempo en la obra de Franz Rosenzweig. Hemos padecido la abstracción, los modelos, las ingenierías sincrónicas y estáticas. Vamos a por el realismo. Vamos a por la aceptación de la entropía (del tiempo como espacio de habitación de la palabra intersubjetiva). 
Para poder asegurar la mudanza de la epistemología de la Verdad en ciencia del coloquio, habremos de suplantar la idea del otro como imagen y del otro como símil. El Otro es inabordable, de ahí el respeto. El Otro es embajador del mundo ante mí, es enviado y mensajero (por tanto ángel) del enigma. Una ética del diálogo se vertebra por medio de una metafísica del Otro y del Misterio. Aquí podremos fijarnos en la obra de Emmanuel Levinas, de Gabriel Marcel, incluso en la del mismo Heidegger. 
Vayamos más allá de la prudente propuesta de André Glucksmann de una ética del no-mal. Avancemos no hacia la trampa de un nuevo Matema universal siguiendo los confusos periplos de Saulo de Tarso (como intenta Alain Badiou). Procuremos superar el vértigo sintético, ecuménico y pactista y toleremos la otredadtal cual es. Confiemos en la co-espera de la muerte viviendo en el espacio polifónico de la lengua. 

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